viernes, 29 de junio de 2018

EL SEGUNDO TIEMPO DEL PARTIDO DE LA MANADA SE JUEGA FUERA DEL CAMPO


              

Parece que alguien está empeñado en que, el segundo tiempo del partido de "la manada" siga, como el primero, jugándose en la grada y no en el campo, y que el resultado dependa, como en los viejos tiempos del circo romano, del pulgar arriba o abajo del emperador, jaleado por voluntad de unas turbas vociferantes  a las que hay que calmar y complacer, sin que importen ni las reglas del juego ni las decisiones del árbitro, cuya  imparcialidad se le supone.

Y esa es la conclusiòn que obtengo de la carta de la denunciante ( prefiero no llamarla víctima hasta que no haya sentencia firme ) publicada en los medios y ampliamente comentada y alabada por las tertulias. Lo cual induce  pensar que todo ello no es espontáneo ni inocente, sino encaminado a reforzar su imagen de víctima ( bajo sospecha en virtud del contundente voto particular de la sentencia y del auto en libertad provisional, aún cuando este no se pronuncia sobre el fondo ).

Si se analiza el contenido de la carta, puede verse que toda ella, carece de la mas mínima objetividad y tiene, como todo el movimiento generado en torno a este asunto de "la manada" un contenido puramente emotivo y sentimental; en cuanto, buena parte de la misma, va dirigida a agradecer a sus padres, familiares y amigos el apoyo recibido; algo puramente de cajón y que, por tratarse de una esfera íntima y familiar no era necesario hacerlo público para transmitirlo. El resto se dirige a  toda esa "manada" vociferante que, convertida, espuriamente, en jurado popular dice haberla creído a ciegas, a la que también agradece su apoyo ( faltaría más ) y a todas las mujeres en general, exhortándolas a que no se callen y denuncien cuando sufran cualquier tipo de agresión o abuso sexual. Algo, esto último con lo que no puedo mas que coincidir.

No se sabe muy bien si hay alguien detrás  de la carta, que parece muy hábilmente redactada para disipar cualquier duda acerca de su condición de víctima, tanto a la opinión pública como al tribunal que tendrá que resolver los recursos  interpuestos en relación con su caso, y para mantener viva la llama del "Yo si te creo", tan necesaria para intentar dar a los jueces el empujón que pudiera faltarles para ratificar la sentencia de primera instancia o para elevar la calificación de los hechos a la categoría de agresión sexual.

Una de las razones de tales dudas que permiten intuir una mano apócrifa, detrás de la carta son  algunos párrafos de la misma  que reproducen idénticos argumentos y tópicos feministas recurrentes que hacen sospechar algún tipo de influencia en este sentido, al tiempo que vienen, indirectamente a justificar, en cierta medida, el comportamiento de la "supuesta víctima" en los prolegómenos de los hechos denunciados .  

Así,  es cierto como dice que,  al menos en teoría , "nadie tiene que lamentarse de beber, de hablar con gente en una fiesta, de ir sola a casa o de llevar una minifalda" . Y yo añadiría, o de "fumarse un porro", o de "besarse con el primero que conoces", o de creer, ingenuamente, que todo el mundo es bueno. Todas esas acciones son actos perfectamente lícitos, con las leyes vigentes en la mano, y por tanto deberían poder llevarse a cabo sin problemas. Otra cosa es que sean convenientes en cualquier circunstancia. Sobre todo si van juntos en el mismo paquete. 

Es cierto que en el mundo de Yupi, eso no es un problema; pero en el mundo real,  y , especialmente, desde que la izquierda Hippie nos entonteciera con su lema "Sexo, drogas y rock and roll" y donde, desde Mayo del 68, las leyes cada vez pintan menos, pasan cosas como las que han sucedido. Y demasiado a menudo, desgraciadamente.

Por eso coincido cuando dice que "Nos tenemos que lamentar todos de la mentalidad que tiene esta sociedad donde esto le puede pasar a cualquiera". Pero el problema es que en esa mentalidad de nuestra sociedad hay que incluir la de personas que, como la firmante de la carta, parecen  creer a pies juntillas que, por tener derecho a que no ocurran determinadas cosas, no van a ocurrir nunca . Es el "pensamiento Alicia" tan "guay" y tan propio de nuestros tiempos,  el cual elevó a la mas excelsa categoría nuestro inclito "supervisor de nubes" .

Existe el derecho a tener abierta la puerta de tu casa y a que los demás te respeten tu propiedad, pero, por "una extraña razón", al menos en los últimos tiempos, a la le da por mantenerlas cerradas, sólidas y con una buena cerradura; e incluso, por añadir alguna otra medida de seguridad.  ¿ porque será ? . ¿Que a pesar de todo te pueden robar?. Cierto; pero en mucho menor número de casos y con mucho mayor riesgo para el delincuente. Lo cual ejerce como elemento disuasorio.

También existe el derecho a la libre circulación por el lugar y a la hora que a cada cual apetezca; como también el de a exhibir costosas joyas o a ostentar otros signos de riqueza, si así le place.

 Ninguna ley lo prohibe . Sin embargo nadie puede extrañarse, en tales casos, si sufres un tirón, un atraco, una inspección de Hacienda, o algo mas grave, cuando te mueves sin las mas elementales  precauciones por determinados lugares o a determinadas horas o lo vas "anunciando" a los cuatro vientos.

Es cierto que en la mentalidad de nuestra sociedad hay personas que les gusta lo ajeno y no lo respetan. Pero por ello la gente procura eludir conductas que favorezcan los robos.

Y por supuesto que en una sociedad abierta como la nuestra existen todos esos derechos para cualquiera y, por tanto también, para cualquier mujer, como cita la carta; pero porque existen violadores, y porque, por definición, estos son generalmente varones, la mujer debería tener un plus de prudencia a la hora de beber o drogarse sola o en compañía de otros, de mostrar generosamente sus encantos o de besarse con el primer conocido que le apetezca; especialmente, si se encuentra sola, a altas horas de noche y en un ambiente de "jolgorio y regocijo" y hartos todos de drogas y rock and roll. Porque ese suele ser el escenario habitual de esta nueva "moda" de sexo en "manada", al que ya se apuntan hasta los menores de edad, abusando de su práctica impunidad.

Hay que tener en cuenta, y esto se obvia interesadamente por el feminismo militante, que el sexo consentido por muy en manada que se produzca, no es delito; y que por tanto quien afirme la violación o el abuso sexual, ha de probar que este no existiò, como impone el principio general de presunción de inocencia e "in dubio pro reo". Lo cual introduce una complicación añadida en cualquier investigación por estos hechos, en relación con otros delitos, como podrían ser el robo o el homicidio, en los que el consentimiento de la víctima resulta, a priori, lógicamente increíble. Y resulta mucho mas complicado  aún si tenemos en cuenta que vivimos en una sociedad que ha hecho bandera del "amor libre" y el relajo en materia sexual, y donde, desde la misma escuela se invita a infantes y los adolescentes a tentarse su propio cuerpo y a probar todo tipo de posibilidades sexuales para ver cual se acomoda mas a sus inclinaciones, gustos o preferencias, o con que práctica se sienten mas identificados, sexualmente hablando. Y, por si todo eso fuera poco, añadido a lo anterior suele suceder , en muchas ocasiones,  que los actos sexuales luego denunciados como agresión o  abuso sexual, se producen en un ambiente de desihibiciòn total, tanto por parte de los "supuestos" violadores, como de las "supuestas" víctimas, que ni siquiera tienen una clara percepciòn de las consecuencias de lo que están haciendo, hasta después de consumados. Lo que está dando lugar a posteriores denuncias falsas. Algo que perjudica seriamente a la causa de las mujeres y ante lo que que el feminismo, como en otras cuestiones, no hace otra cosa que callar o minimizar tales casos . 

Se que, afirmar algunas de estas cosas, puede parecer propio de nuestras abuelas y por tanto, viejuno, carca o como se dice ahora facha. No me considero nada de eso, pero asumo que alguien pueda entenderlo asì. Pero, por desgracia la creencia en todos esos derechos y, en particular, en que van a ser respetados por el mero hecho, de que "deberían" serlo, también forma parte de la mentalidad de nuestra sociedad, tan ingenua e infantil  como perversa. Y alguien, y en particular las mujeres, deberían empezar a asumir también esta realidad sociológica como una servidumbre propia de su sexo; del mismo modo que se asumen la menstruación, o la maternidad como hechos biològicos diferenciales con el varòn. Pero ahí está el feminismo radical para culpar al "heteropatriarcado", de todos los males de nuestra sociedad. Algo, por otra parte, tan ridículo y viejuno, como Marx y Engels, padres de la criatura y tan falso  como sus ideas, según la historia posterior ha demostrado.

Todo ello no debería ser obstáculo, sino mas bien acicate para que se haga la pedagogía social necesaria y se legisle y apoye a las víctimas, de la forma mas adecuada para intentar minimizar el impacto de esta creciente lacra que constituyen las agresiones y abusos sexuales. Pero sin olvidar estas tan ignoradas como relevantes cuestiones.

Y en este sentido me resulta llamativo el hecho de que existan multitud de políticos y asociaciones feministas ( o lo que es lo mismo en este caso, antivioladores ) mientras que no conozco ninguna asociación ni movimiento polìtico anti-ladrones o anti-atracadores, y ni siquiera anti-asesinos ( salvo las ninguneadas víctimas de ETA ) a pesar del creciente número de violaciones de nuestros derechos de propiedad o a la vida y a vivir en paz y libertad, y a pesar de que existen mas ladrones y atracadores que violadores y que el homicidio o asesinato es aún mas grave que la violación, por cuanto no tiene remedio.   Y lo peor de todo es que esas asociaciones feministas mantienen vivo el mismo discurso  ingenuo sobre la mas amplia libertad de las mujeres, y parcial, sobre  la mentalidad de nuestra sociedad, que parece estar solo compuesta de malvados varones.

A cuento de todo esto me viene a la memoria un viejo refran que dice : "La ocasión hace al ladrón" y yo añadirìa ...Y al violador. Y aunque la cosa sea un poco mas compleja, no por ello deja de ser cierta. Pues eso. 

Personalmente no voy a pronunciarme acerca de la culpabilidad o no de los miembros de la manada, en cuanto a si la relación fue o no consentida, o si hubo prevalimiento de situación de superioridad o algo mas, pues mi conocimiento de los hechos y de las pruebas practicadas para llegar al mismo, no ha sido directo, sino únicamente a través de la sentencia, voto particular incluido. Y por lo que he podido deducir de texto de la sentencia, las pruebas practicadas tampoco son contundentes en uno u otro sentido.

  Me pongo en el pellejo de la denunciante, si realmente ha sido víctima ( ella sabrá );Pero también de los jueces ante el dilema de absolver  la despreciable conducta ( sea finalmente considerada delito o no ) de unos impresentables especímenes del género humano, en su versión varonil, o condenarlos definitivamente a graves penas, ante unos actos sobre los que existen ( a tenor de la sentencia y de su voto particular )  serias dudas acerca del consentimiento expreso o tácito de la "supuesta" víctima, a tenor de su ambiguo comportamiento y de la propia actitud  y actos de los ahora condenados. Y todo ello teniendo en cuenta que deben emitir su juicio a la luz de los principios de presunciòn de Inocencia e "In dubio pro reo", constitucionalmente prevalentes en Derecho Penal .

Y en lugar de tener un ambiente de sosiego que les permita intentar juzgar imparcialmente y con el máximo acierto, un enrevesado caso como el de la manada, tienen que hacerlo en un ambiente politizado , pasional y tumultuario, en el que, desde las mas altas instancias se les acusa veladamente de "ignorantes"  e "incapaces" y se les amenaza con resetear sus mentes, y  desde la algarada  callejera de las turbas feministas, poco menos que cómplices de violadores o promotores de violaciones , y se les amenaza con asaltar sus juzgados o con el escrache permanente a ellos y sus familias.  

En ese enmierdado ambiente, cualquier resolución en uno u otro sentido tendrá el terreno abonado para la crítica pasional y el desprestigio de la judicatura; paso previo para su posterior manipulación.
  
Son los efectos colaterales o secundarios de aquel glorificado y libertario lema de la izqiuierda hippie  de "Sex, drugs and rock and roll". Ingredientes todos ellos que se dan en el presente caso de la manada, ( y de otras manadas ) y que, a día de hoy parecen seguir mas vigentes que nunca sin que nadie se plantee su revisión .








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