domingo, 8 de mayo de 2016

¿CARMENA, DEBO PAGAR EL IBI SI OKUPAN MI CASA ?


Los okupas han llegado a mi barrio. Y han llegado para quedarse. Así que el vecindario está un poco soliviantado. Pero el problema no sólo es de mi calle: desde que la Delegación del Gobierno de Madrid nombrara un coordinador de seguimiento de viviendas okupadas, Sergio Gámez Hortal, y habilitara un teléfono gratuito (900 100 301), se han recibido 786 denuncias. ¡En menos de un mes! Porque el servicio se creó el 15 de abril.

No soy un experto en el tema. Sólo conozco un poco lo que pasa en mi barrio. Les cuento. Hace unos días los vecinos oyeron unos golpes inusitados. Y poco después observaron a un joven golpeando con una maza la puerta de una casa. Llamaron a la policía. Los agentes, que por este tranquilo arrabal sólo pasan si tienen que comprar tabaco en el único bar con máquina de vicio en muchas manzanas a la redonda, vinieron raudos. Vinieron, hablaron con los okupas y... se fueron.

Es lo correcto. Una vez que el okupa está dentro, sólo cabe denuncia del propietario ante la policía o el juzgado por usurpación. La cosa lleva unos meses y sale por un pico. Leo que hay abogados que tienen precios fijos, entre 1.000 y 2.000 euros. A lo que hay que sumar la considerable mala leche que uno debe de hacerse en el trance.

Los jóvenes okupantes, aseados y correctos, entran y salen con su coche y perciben que el vecindario los observa con recelo.

Ellos probablemente no saben que los propietarios de la vieja casa que okupan eran unos abuelos amables a los que todos apreciábamos. La casa se les hizo grande con la edad. Se mudaron. Y la pusieron a la venta. Después de meses, una inmobiliaria les dio la paga y señal. Y en eso llegaron los okupas. Se rompió el trato, y ellos se quedaron (temporalmente) sin casa y con todo el problema. Además, la factura de la luz les va a subir un pico. Porque los jóvenes no apagan las luces nunca.

Y, por supuesto, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, les cobrará a los abuelos lo que corresponda de IBI. "Hay muchas personas sin vivienda y muchas viviendas vacías" declaró Carmena hace un mes, añadiendo que hay quien se ve abocado "a la okupación por necesidad".

No se me oculta que en España hay personas con graves dificultades para llevar una vida digna. Para esos casos están los poderes públicos. O debieran estar. Una formidable red de ONG, animada por personas con un corazón de oro, aporta también calor humano y socorro material. 

Pero, señora Carmena, con todo el respeto, si alguien se ve abocado "a la okupación por necesidad" es su problema. Suyo y el de todas las autoridades. No el de los abuelos de mi barrio que se han ganado el derecho a disfrutar de sus últimos años sin sobresaltos.

Detrás de ese retintín de "hay muchas viviendas vacías", de esta comprensión por el okupa, hay mucho mito. El mito del bandolero que roba a los ricos para dárselo a los pobres. Un romanticismo de la España castiza y atrasada que no debería tener cabida en el discurso de una izquierda... moderna.

En mi cuadrilla hay un progre con todas las lecturas hechas que siempre ha sostenido que toda violencia es fascista.Violencia verbal o física. 

Como entrar en una casa tirando la puerta. Como irrumpir en una capilla coreando consignas indignas de un político. No digamos de un portavoz. Por cierto, por qué no manda Carmena a Rita Maestre a hablar con los okupas a ver si les convence de que pongan fin a su usurpación.

O es que hay alguna autoridad superior que decide quién y cuándo se puede usurpar un bien de otro. Unos creían que podían usurpar el 3%, otros usurpaban los fondos europeos para financiar al sindicato o al partido y los terceros usurpaban una comisión de las adjudicaciones públicas. Todas estas conductas -y las okupaciones- caben, a mi entender lego, dentro del delito de apropiación indebida. Y los poderes públicos tendrían que perseguirlas.

El respeto a la ley es la gran asignatura pendiente de nuestra democracia.

Mis vecinos afirman que hay un ojeador de casas vacías que las marca con pintura y avisa a los futuros okupas. No sé si es verdad que cobra una comisión por el chivatazo pero, en unas semanas, cuatro propiedades de mi barrio tienen nuevos moradores contra la voluntad de sus legítimos dueños.

La quinta no se consumó. Un vecino avisó al dueño. Un chico joven que se separó hace unos meses. Llegó a tiempo de convencer a los asaltantes de que usaba la casa como lugar de trabajo. Y se fueron. Sólo ha tenido que llamar al cerrajero... y volver a poner la nevera en su sitio. Los usurpadores, que viven un poco más lejos, tenían el camión en la puerta para cargar el frigorífico. Se ve que estos ya tienen casa, okupada al parecer, y sólo querían okupar la nevera.

NOTA : He de aclarar que el texto de esta entrada no es obra del autor de este blog, quien por suscribirlo de la A a la Z , en esta ocasión, simplemente, se ha limitado a reproducirlo íntegramente de la fuente que lo ha publicado, cuya versión original puede verse en este  enlace . 

Gracias pues a su verdadero autor Iñaki Gil, y al Diario el Mundo por su publicación y por contribuir, en lenguaje llano, a desmontar la "mitología" que se esconde detrás de los falaces argumentos de quienes promueven la okupaciòn y de quienes se aprovechan de ello.

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