sábado, 31 de octubre de 2009

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS

Teniendo en cuenta su repercusión mediática y desde el punto de vista de sus autores, los actos de ocupación ilegal de inmuebles, podrían resumirse en dos tipos básicos : Sonoros y silenciosos .

Los primeros serían aquellos que, si bien en diverso grado, obtienen amplia repercusión mediática, normalmente buscada de propósito, como manifestación alternativa de poder y de reto al poder oficial establecido.

Los segundos, son aquellos que solo son conocidos, por la víctima y su entorno mas inmediato y, en su caso, por los funcionarios de la burocracia policial y judicial.

Curiosamente y aunque, por su repercusión social, pudiera parecer que los primeros superan notoriamente en número a los segundos, aquellos son cuantitativamente mucho mas reducidos que estos últimos.

Mientras que las okupaciones ,que hemos convenido en llamar “sonoras”, son realizadas por “bandas” organizadas, detrás de las cuales existe una cierta infraestructura, mas o menos informal, de carácter político que proporciona, en las sombra, cobertura, ideológica , jurídica y financiera , las silenciosas son, en gran medida, inducidas por las primeras, en un fenómeno de arrastre, que está en función del éxito propagandístico de la okupación y del tiempo que se mantenga la misma sin que se produzca el desalojo; hecho éste último que contribuye, a su vez a incrementar el efecto propagandístico del acto, y a estimular las llamadas ocupaciones silenciosas .

Desde hace tiempo, en este país , parece existir una norma no escrita, por medio de la cual basta constituirse en grupo, cuanto mas numeroso mejor, para salir airoso de cualquier fechoría; Y si ese grupo tiene algún tipo de vitola política, el éxito está casi asegurado mediante las artes del chalaneo político a posteriori . Lo ocurrido recientemente en Pozuelo de Alarcón y su desarrollo posterior, así parecen confirmar lo primero. Las actuaciones de los piquetes sindicales; las ocupaciones de vías o edificios públicos como forma de protesta; los actos vandálicos en manifestaciones, son otras tantas muestras de lo segundo , donde también hay que incluir los actos sonoros de “okupación”.

Cualquier policía que haya intervenido en alguno de los actos mencionados u otros semejantes, o cualquier persona que haya sido víctima de los mismos y asistido al correspondiente juicio, en el caso de que llegue a celebrarse, podría dar fe de la vigencia de la anterior afirmación .

Amparados en la impunidad del grupo, estos okupas “sonoros” constituyen el ariete que golpea los muros que protegen el Derecho de Propiedad inmobiliaria, para abrir los huecos por los que, posteriormente, penetrarán , a saco, las huestes de okupas silenciosos acampados extramuros.

Mientras los medios publicitan las “hazañas” de los “presuntos” delincuentes , las víctimas sufren en silencio la almorrana okupa y se rascan el bolsillo, que para eso son “ricos” , para pagar abogados, en un intento de recuperar la propiedad arrebatada, o la tranquilidad perdida .

Pero la usurpación no se detiene solo en la propiedad inmobiliaria. No contentos con eso, los okupas "profesionales" usurpan también la condición de víctimas, al presentarse como tales ante la opinión pública y acaparar, de forma estudiada, el protagonismo mediático; en cuanto su acción implica un reto para el poder oficial establecido, al erigirse en los nuevos “Robin de las urbes”, que marcan el camino a los pobres de solemnidad, esperando que terminen subiéndose a su carro, para combatir, juntos, al malvado "Sheriff de Nothingan".

Por el contrario, cuando pretendemos aplicar la misma clasificación mencionada a las reacciones de las víctimas ante los actos de okupación de sus bienes inmuebles, constatamos que respecto a estas y salvo contadísimas excepciones, las “ocupaciones “ solo producen efectos en la mas estricta intimidad, con escaso eco en la sociedad, abrumados por el insoportable peso del maniqueísmo demagógico que los acomoda automáticamente en el grupo de los “ricos” y “especuladores”; o lo que es lo mismo, de los “malos” .

La ausencia de contestación pública a a las acciones okupas, salvo cuando finalmente se produce el desalojo, es explotada entretanto por aquellos, como argumento a su favor, al existir la presunción de que quien calla otorga.

Por otra parte la falta de inmediatez de los desalojos, ante el amparo legal y judicial provocado por su nueva condición de moradores, sarcásticamente obtenida por la ilícita vía de la “patada en la puerta” , les permite publicitar ampliamente su proyecto, conseguir apoyos de otros grupos y consolidar su ilegal okupación, convirtiéndolos, nuevamente, en “héroes” de la resistencia numantina contra el “salvaje capitalismo”, en el momento del desalojo judicialmente decretado.

Se produce de este modo la paradoja de que, el Sistema, con su mal funcionamiento, termina relegando, al ostracismo y a la mansa resignación, a los propietarios que lo mantienen con sus impuestos y haciendo el juego, por el contrario, a quienes tratan de desmontarlo con sus ilegales acciones; cuyo resultado y consecuencias, finalmente y de manera igualmente paradójica, terminan sufragando, en gran medida “los malos” de la película. Es decir : los propietarios .

A la vista de tan irregular situación surge la pregunta :

¿ Por que no existe alguna organización , Asociacion o institución que aglutine a los propietarios y demás víctimas de las okupaciones para abanderar la “resistencia antiokupa ?

La respuesta.... Después de la publicidad

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